Vistas de página en total

miércoles, 31 de mayo de 2017

TONTO A LAS TRES



Soy tonta. Así, sin rodeos. Meto la pata, hago el ridículo, me despisto, tomo decisiones equivocadas, me explico mal, soy patosa, dejo que se rían en mi cara, ignoro casi todo de esta vida y mi memoria flojea. Pienso poco y tarde. A veces hablo sin saber y otras me callo aún sabiendo

Pero, aún siendo así de tonta, sé distinguir a un tonto cuando lo veo. Es una clase de tontería distinta a la mía (o eso espero). Es el tonto corto, ignorante, mentecato, estúpido y absurdo. Es el peor tonto posible, porque no es consciente de su imbecilidad y se atreve con todo. Es el tonto más peligroso para las neuronas sensibles

Estos tontos son como la letra de una canción de reggaetón: simples, previsibles e insultantes

Simples como el mecanismo de un botijo. Pero no en plan entrañable y gracioso, no. Es más bien en plan ¿dónde está la cámara oculta?, ¿hay algún listo en la sala que me quiera matar?, ¿y esta persona tiene un trabajo?

Previsibles porque antes de que abran la boca ya sabes lo que te van a decir: las mismas sandeces una y otra vez. No se contentan con repetir frases que van leyendo por ahí sino que además te las mandan por whatsapp. Y por la noche. Ellos se van a dormir tan felices y a ti te estallan los ojos y el cerebro

Insultantes para una inteligencia media, tampoco hace falta que sea para tirar cohetes. A ver, yo ya tengo pocas neuronas funcionando y al menos una de ellas está en peligro de extinción. Las pobres son frágiles y tengo que protegerlas; no puedo exponerlas a según qué conversaciones. Tampoco a Mujeres, hombres y viceversa

La cosa funciona más o menos así: llega el día en que ya no te queda más remedio que aguantar al tonto, intentas elevar algo el nivel de la conversación pero no hay manera. No. Hay. Manera. A los cinco minutos tú ya sabes que eso no puede acabar bien; o abortas la conversación o ahí va a haber sangre. Joder, que yo tampoco es que quiera hablar de cine iraní, pero ¿algo? Como mucho sacas un “la gente está fatal”. Qué coño la gente, tú estás fatal, joder, tú eres uno de los imbéciles colocados estratégicamente que uno se encuentra cada día. ¡Qué andas mirando alrededor, si eres tú! Y, mientras, la neurona agonizando cual oso panda. Tienes que salvarla, así que, dependiendo de cuál sea el grado de cariño y/o compasión que tengas hacia el tonto, puedes optar por

-       Decirle todo lo anterior a la cara y marcharte
-       Inventarte que has quedado con alguien y marcharte
-       Respirar hondo, no decir nada y marcharte

En definitiva, que si un día me pilláis soltando una gilipollez tras otra, os advierto: no es culpa mía. Es la neurona, que no lo resistió