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lunes, 30 de marzo de 2020

CRÓNICA DE UN ENCIERRO (CAPÍTULO DOS)


Se está acabando el día y por fin puedo relajarme; ya hay cero probabilidades de que reciba una videollamada. Es que deberían estar prohibidas sin un preaviso de al menos dos horas. Que lo de “yo me arreglo para verme bien yo” es sólo medio verdad; es más bien “me arreglo para verme bien yo antes de que me vea alguien más”. A ver, también puedes hacerte la longui y no coger el teléfono, porque tú tienes una imagen que mantener y con la bata de Primark y el rostro pálido es harto complicado, pero que no, que la cosa no está para tirar cohetes y la necesidad de comunicarse no sabe de remilgos. Eso sí, tengo que recordar no volver a enseñar las manos, que tengo unos nudillos capaces de lijaros las puertas de toda la casa. La cara oscura del agua y el jabón

Y bueno, además de decirnos que nos arreglemos como si fuéramos a salir de casa (ya, ya…), nos dicen que hagamos ejercicio. Me parece perfecto, porque claro, que el móvil te diga al final del día que has dado 236 pasos (será cabrón…) pues duele. Así que nada, a última hora de la tarde, tengo ahí mis aparatejos, y hago mi gimnasia. Pero ayer decidí innovar y probar la zumba. Youtube. Zumba para principiantes. Tírale. Los primeros cinco minutos fueron bien. A partir de entonces, los movimientos del de la camiseta rosa de tirantes empezaron a ir más deprisa que mis ojos, y ya cualquier parecido con la realidad fue pura coincidencia. De todas formas, creo que la clase cumplió su objetivo, porque terminé sudando y odiando al profesor. Monitor. Lo que sea.

Pero mirad, lo bueno que tiene pasar el rato haciendo ejercicio, lavándote las manos o decidiendo cómo vas a vivir el día de hoy para que no parezca igual al de ayer, es que mientras haces todo esto no tienes que andar leyendo gilipolleces como que no hay mal que por bien no venga, porque ahora la Tierra está respirando mejor. No sólo no me consuela, sino que me importa un rábano y hasta me ofende que lo digan. ¿A costa de cuántos muertos la Tierra “respira” mejor? Sólo en España vamos hacia los 7000. 7000 personas que ya no respiran, nada, cero, pero oye, que se ha reducido la contaminación y la Tierra respira mucho mejor. Imbéciles

Entiendo que es normal querer buscar palabras de ánimo, palabras de consuelo. Las necesitamos. Como lo de que “todo va a ir bien”. La realidad es que nada está yendo bien, pero queremos pensar que todo va a ir bien al menos en nuestra familia y entre la gente a la que queremos. Y necesitamos pensarlo para no perder la calma en medio de esta pesadilla. Porque sí, el encierro es pesado y no poder ver a aquellos que quieres una lata, pero lo que debilita es la preocupación, y lo que aplasta es la pena

Y claro que hay cosas muy buenas, cosas extraordinarias en medio de toda esta mierda, por supuesto. La mejor es la generosidad de muchas personas. Todos sabemos quiénes son esas personas, igual que todos sabemos quiénes no son

Estos días estoy leyendo Fresas silvestres, de Angela Thirkell. Y uno de los personajes, Mary, dice, más para sí misma que para John

 - Creo que una agradece sobremanera la bondad     
     

Y es verdad


lunes, 16 de marzo de 2020

CRÓNICA DE UN ENCIERRO


¿Qué tocaba ahora? ¿Nuestra canción favorita? ¿O la de “Resistiré”? ¿O esa era esta mañana? No, esta mañana era el himno de España. ¿Y cuándo es lo de llenar los balcones de flores para la Virgen? ¿Y va con himno de Valencia o sin himno? ¿Mañana a las ocho son aplausos sólo o también cacerolas? ¿O es a las diez? Si es que sólo ha pasado un día y ya me he perdido; necesito una agenda sólo para la “operación balcón”

Y a todo esto sin tele. Porque no, no podía dejar de verse en otro momento. Tenía que dejar de verse justo durante el confinamiento, claro que sí. Bueno, para no faltar a la verdad, algo se ve. La uno y la dos, ejemplos de objetividad donde los haya, canal nou o como se llame ahora, una local, varios canales de tarot y otros de anuncios tipo “soltero de Sevilla busca mujer casada de Huelva”. Me imagino que para nada serio

Ahora bien, si por el lado del entretenimiento televisivo tengo algunas lagunas, por el lado de la limpieza de…, de la higiene post…, del papel higiénico, vamos, por ahí sí que estoy bien cubierta. 24 rollos y no me preguntéis por qué ni por quién, que el para qué ya lo sabéis

Pero también os digo una cosa, y es que el papel higiénico no caduca y a mí ahora me da miedo ir al súper. Por mí misma sobre todo, porque me conozco y con las prisas de salir cuanto antes y el aturullamiento de que nadie se me acerque soy capaz de meter en el carro cualquier cosa. Como yogures con trocitos (¿por qué existen cosas así?), un paquete de mortadela (¿hola? ¿he vuelto a 1981?) o tres bolsas de napolitanas de chocolate (que la temporada de playa todavía no está perdida,¡resiste!)

Por lo demás, me siento como Rapunzel en su torre, pero con menos pelo que cepillar y sin camaleón. Y tengo miedo. Mucho miedo. Por las personas a las que quiero. Y tristeza. Por las personas que han muerto y las que morirán. Y me importan una mierda los años o las patologías previas que tuvieran; no les tocaba morir ahora

Este trance saca lo mejor de muchos y lo peor de demasiados. Y es un buen momento para saber si estamos hechos de la pasta del sacrificio o de la pasta del capricho, si somos personas responsables o unos niñatos

Y es un mal momento para que no haya abrazos