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sábado, 25 de abril de 2015

PRIMERAS COMUNIONES Y SEGUNDAS OPORTUNIDADES



Época de comuniones y yo con estos pelos. Este año tengo dos a finales de mayo. Concentradas en el mismo fin de semana. Y a traición. Porque la operación BBC deja en bragas a la mismísima operación Bikini. Ya no es sólo que tengas que embutirte en ese vestido que lleva tres años colgado en el armario esperando a que se te presente la ocasión de volver a ponértelo. Ya no es sólo que tengas que ir bien apañadita de cara y pelo porque, por supuesto, tú eres una diva; y si no bajas al portal a coger el 20 minutos sin ir maqueada de arriba abajo, un evento de esta categoría, en el que vas a tener que saludar a más de quince personas, es una ocasión de oro para echar el resto. No. Hay algo aún más inquietante que todo esto: el regalo.

Supongamos que pasas de listas de Comunión y supongamos que no eres de los que pillas lo primero que ves, le metes el ticket regalo y que se apañen. Supongamos que te preocupa de verdad acertar con el regalo. Pues tienes un problema, que lo sepas.

Porque hoy en día, un niño, cuando va a hacer su primera Comunión, ya lo tiene todo. Esos pequeños capulliños, por tener, tienen hasta más dinero que tú. Ordenador, tablet, móvil, bicicleta, Wii, Nintendo, dos relojes, Mp5, cámara de fotos, DVD, maletas de varios tamaños y tres viajes al extranjero. Y, por supuesto, la Play, por aquel día que tuvieron que ponerle una inyección y había que compensar tamaño sufrimiento.

Los niños ahora son como los clicks, la Barbie y los Pinypon juntos; no les falta de nada. Y entonces llega el día de la Comunión. ¿Y qué haces? ¿Les regalas una lavadora? ¿Una máquina de afeitar? ¿Un vale regalo canjeable por veinte manicuras francesas? ¿Gasolina gratis durante un año? ¿Dinero para cinco años de botellones? Para poner algo de cordura en este absurdo, lo suyo sería que ellos te regalasen algo a ti, que su habitación es como un panel de El precio justo, leche. Que hay más tecnología que en Andorra hace veinte años, por Dios.

Yo esto no lo entiendo porque voy para viejuna. Y soy de las que digo “en mi época”. Y en mi época tu decías “Mamá (o mama, según), ¿me compras este reloj?” “Pa tu Comunión”. “Papá, quiero pedir para Reyes una cámara de fotos”. “Mejor para tu Comunión”. “Abuela, ¿me regalas un walkman?” “Sí, claro, ni que fuera tu Comunión”. Y lo gracioso es que luego llegaba tu Comunión, y con un poco de suerte te caía el reloj. Todo blanquito a juego con un boli igual de blanquito. Y de horripilante. Y de inútil. Porque la tinta del boli no te daba ni para escribir tu segundo apellido. Y al reloj, digital, por supuesto, se le agotaba la pila antes de que te diera tiempo a aprender cómo narices se cambiaba la hora. Y tú estabas segura de que eso sólo podía haber venido de Andorra, porque los chinos, ni estaban, ni se les esperaba.

Hace años, para algunos afortunados, el día de tu Primera Comunión suponía un cambio de estatus: empezabas a tener cosas de mayores. Ahora parece haber una prisa colectiva por que nuestros niños se hagan mayores cuanto antes. Y ser mayor no es, objetivamente, ni bueno ni malo. Es simplemente algo que tiene que llegar de manera natural. Natural

domingo, 19 de abril de 2015

GATITOS Y MONETES



Es triste robar, pero más triste es…, ¿matar? ¿Pasar hambre? Mmmm…, ¿drogarse? A lo que voy es que una media de dos entradas al mes en lo que llevamos de año es una porquería, lo sé. Pero últimamente soy incapaz, y lo siento. Por eso hoy voy a tirar de lo ajeno, a la espera de que quien sea que se encargue del tema me cambie estas musas de saldo por unas de alta gama.
 
Qué bonicos los animales, ¿no? Tenemos tantas cosas que aprender de ellos...  




Subir a una escalera mecánica no es ninguna tontería. Tienen un peligro potencial del que no somos conscientes. Y si encima eres el típico tonto miraloquehagográbamenomejorllamaaunaambulancia, te aconsejo que mejor cojas el ascensor 
 
 

Hemos quedado en que los animales son bonicos, ¿verdad? Así, en general. Y los humanos somos insoportables. En general también. E, igual que nos pasa a nosotros, hay momentos en que los animales no están para gilipolleces humanas