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jueves, 31 de diciembre de 2015

Y MAÑANA SERÁ OTRO AÑO



A los que siguen creyendo, a las ciudades bonitas en verano y en invierno, a los que empiezan, a las rosas amarillas, a los niños, a los que nos devuelven la fe, a los que están en silencio, a los que cantan por cantar, a los ríos, a la comida sencilla, a los que ríen a carcajadas, a los que bailan, a los rayos de sol, a los libros, a las casitas de chocolate, a los que aman, a los que lloran, a los que dejan vivir, al cine, a la música, a lo nuestro, a la lluvia, a los que no lo saben todo, a las montañas, a la tierra, a los invisibles, a los viajeros, a las fiestas porque sí, a los que comprenden, a los que se salen del camino, a los que visten aseado, a los que cuidan de otros, a los que se ilusionan, a los abrazos calentitos, a los que nunca piden nada, a los que charlan, a los que vuelven, a los pobres pero honrados, a los que no quieren hacer daño, a los que tienen miedo, a mi casa, a mí

Feliz Año Nuevo

jueves, 24 de diciembre de 2015

TODA LA TIERRA SE ALEGRA



Todo el mundo tiene algo que decir sobre todo, y la Navidad no podía ser menos


Hay gente que quiere estrecharte entre sus brazos sólo porque es Navidad; otros quieren estrangularte sólo porque es Navidad
                                                                                                                                                                                 Robert Lynd

El problema de la Navidad – parecido al de tener hijos- es que tiene lugar con el suficiente margen de tiempo para que cada vez podamos olvidar los horrores de la anterior
                                                                                                                                                         Jilly Cooper

La Navidad es una fiesta que acosa a los solitarios, a los aburridos y a los desarraigados
                                                                                                                                            Jimmy Cannon

Me gusta la Navidad. Recibo muchos regalos que estoy impaciente por cambiar

                                                                               Henny Youngman

Desde que Eva dio la manzana a Adán ha habido un malentendido entre los sexos en cuestión de regalos
                                                                                                                                                                  Nan Robertson

Es bueno ser niño de vez en cuando, y nunca mejor que en Navidad, pues su poderoso fundador era también niño
                                                                                                                                           Charles Dickens

Dejé de creer en Santa Claus cuando tenía seis años. Mi madre me llevó a verlo a unos grandes almacenes y él me pidió un autógrafo
                                                                                                                                                                         Shirley Temple

Yo nunca creí en Santa Claus porque sabía que ningún cantamañanas blanco entraría en mi barrio después del anochecer
                                                                                                                                                           Dick Gregory

¡Nunca niegues a los niños su Navidad! Es el remate ideal de un año de felicidad
                                                                                                                                                          Marion Harland

Todas las profecías de la Antigüedad no bastaron para anunciar aquella noche: todos los himnos cantados en su alabanza no llegaron a adquirir la emoción y el silencio con que se arrodillaron los pastores y los Reyes, así como ninguno de nosotros será nunca capaz de expresar el gran acontecimiento que tuvo lugar durante aquella maravillosa noche
                                                                               Rainer Maria Rilke

Y yo tampoco podía ser menos.

Hoy todos felicitaremos y recibiremos felicitaciones de Navidad. La mayoría de ellas a través de facebook, twitter y whatsapp. Con suerte, alguna nos llegará al corazón, con un poco de menos suerte, recibiremos otras al menos personalizadas, y muchas serán las mismas que hayan recibido otros muchos contactos. Yo ya sólo felicito si lo siento de verdad; no me interesan los compromisos ni quedar bien. Parece ser que tampoco tengo la suficiente caridad y simpatía como para transmitir mis mejores deseos a personas que, o ni siquiera conozco, o que me vienen cayendo como el culo. Que le vaya bien a todo el mundo, por supuesto, pero que les felicite su madre.

A todos los que estáis aquí hoy, o mañana, o la semana que viene, o habéis estado el mes pasado. Y mira, como tengo algo más de espíritu navideño que hace tres líneas, voy a incluir al imbécil que me hace comentarios estúpidos de vez en cuando. Esta felicitación va a ser la misma para todos vosotros, pero soy muy consciente de a quiénes me dirijo. Y os deseo lo mismo que quiero para mí: que sepamos hacerlo bien. Con todo y con todos. Y seamos correspondidos. Pero que sepamos hacerlo bien

domingo, 20 de diciembre de 2015

SALVEMOS LA NAVIDAD



Hasta que no llegue el día en que un villano nos robe la Navidad, y tenga que venir un héroe a salvarla, o varios, y hasta entonces no haya ni villancicos, ni pavo, ni regalos ni lucecitas, y al final el chico y la chica se enamoren, hasta que no llegue ese día no hay quien escape de la Navidad.

Puedes amarla, odiarla, puedes estar deseando que llegue, estar deseando que pase, puedes vivirla con tranquilidad, a lo loco, o simplemente dejar que pase por tu lado y te roce lo menos posible, pero no puedes huir de ella. La Navidad te va a atrapar. Y esto no es malo.

Todos hemos pasado por momentos en que nos repatea la Navidad; bien porque en unas fiestas eminentemente familiares tu familia no está completa; o porque has perdido la alegría y te molesta la alegría de los demás; o tal vez sea porque precisamente ahora no tienes ganas de comer, ni de cantar, ni de tener que hacer cola para comprar un puñetero regalo de última hora para alguien que te importa una mierda y al que le importáis una mierda tú y tu regalo.

El problema es que queremos que la Navidad sea siempre como cuando éramos niños. Cuando de la cena de Nochebuena sólo nos importaba cuánto turrón íbamos a comer, y cuánto escupitajo había que echarse en la mano para hacer sonar la zambomba. Cuando no pretendíamos que nuestra decoración fuera como las de las revistas, y nuestro árbol estaba lleno de adornos recopilados a lo largo de los años y mucho espumillón: objetivamente horroroso, pero fantástico a nuestros ojos. Cuando el despertar de la mañana de Reyes era el más maravilloso del año, porque no tenías ni idea de lo que te ibas a encontrar, y entrabas en la sala temblando de emoción y nervios. En definitiva, cuando la ilusión aún no había dado paso al estrés, las sonrisas forzadas, las obligaciones y el consumo frenético.

¿Pero por qué tenemos que rechazar la Navidad sólo porque ya no es lo que era? Porque resulta que sí sigue siendo lo que era, y si no pregúntale a tu sobrina de diez años. Somos nosotros los que hemos cambiado, porque nos obligan a creer que la ilusión es incompatible con las responsabilidades que conlleva ser adulto. Y porque el paso del tiempo nos robó la inocencia y nos ha obsequiado con unas cuantas palizas de realidad.

Pues yo me niego. Ni puedo ni quiero escapar de la Navidad. Y, si no es como era hace años, me voy a construir mi propia Navidad. Ya me la he construido, de hecho. Una Navidad en la que canto villancicos desafinados y toco la pandereta sin temor a parecer idiota. En la que pongo un Belén mucho más bonito que el de hace treinta años. En la que decoro el árbol y la casa a mi manera: a mi manera de 2015. Una Navidad en la que disfruto como una niña con el turrón de chocolate. En la que pateo las calles buscando los mejores regalos para cada uno, y llego a casa, y los miro, y los envuelvo, y sonrío confiando en que les gustarán. Una Navidad en la que escribo la carta a los Reyes sin decirles cómo me he portado este año, porque ahora sé que ellos lo saben mejor que yo. Y les pido muchos despertares maravillosos.

Y es que la Navidad está por encima de nosotros. De nuestras ganas, de nuestro ánimo cambiante o de si nos pilla en un mal momento. Todo eso ya no importa porque Navidad significa “nacimiento”. Y yo necesito renacer. Necesito la ilusión. Y necesito la esperanza. Yo necesito la Navidad







martes, 1 de diciembre de 2015

TO EVERYTHING THERE IS A SEASON



Mucha gente piensa que para todo hay un momento. Que la playa es para el verano, dicen, y, por supuesto, noviembre no es época de bañarse en el mar. Que noviembre tampoco es mes de Primeras Comuniones, que toca hacerlas en mayo. Que ahora no es momento de viajar al extranjero. Que ya es momento de lanzarse a la compulsiva compra navideña. Que a mi edad se me han pasado todos los arroces, aunque yo estoy segura de que le acabaré encontrando el punto. Y luego se lo van a tragar.

Y que yo ya hice mi Primera Comunión a los ocho años, y que ni la puedo repetir, ni pedir la nulidad. Que no cuela, vamos. Vale, en eso estoy de acuerdo.

Pero es que yo tengo un trauma con mis regalos de Comunión. Que fueron un cagarro, básicamente. Porque donde no hay un regalo que lleve pilas y/o haya que enchufar, no hay ná. Y allí no había ná. Ya os conté una vez que el regalo que más ilusión me hizo fue un estuche de dos pisos. No os digo más. Y no creáis que tomé la Comunión en la posguerra, y un jamón. Que mis hermanos son mayores que yo y tuvo cada uno su cámara de fotos, coñe. 


A ver, si los regalos no estaban mal, yo los agradezco todos. Y aún conservo la mayoría. Escondidos, pero los conservo. El problema está en los que no me hicieron. Y, encima, si nos ponemos a comparar esto



 o esto
con esto
o esto

entenderéis que ahora corren mejores tiempos para celebrar la Primera Comunión. Oye, que no pasa nada por ser materialista una vez al año, o dos. Otra cosa para la que parece haber un momento.


Así que, adiós, noviembre. Gracias por no haber sido previsible. Por haberte rebelado. Gracias por haber robado momentos a otras épocas. Has escalado puestos en el ránking de meses del año. Hasta dentro de once meses. Menos dieciocho minutos