Vistas de página en total

lunes, 29 de septiembre de 2014

¿QUÉ ME PASA, DOCTOR?



Esta no es una entrada sobre esas cosas que nos han pasado a todos cuando vamos al médico. Y no lo es porque tengo poca experiencia en eso de visitar al doctor. Gracias a Dios. Y gracias a mí, que para ir necesito arrastrar algún achaque desde hace mucho, pero mucho tiempo, o bien que me lleve mi madre de una oreja, cosa que me ha pasado más de una vez.

Yo intuyo que tengo buena salud. Y eso es, en parte, porque no doy opción a que nadie me diga lo contrario. Mi lema es “Si no sabes que tienes algo, no tienes nada. Y si lo sabes, ya se pasará solo”. Es un lema que demuestra muy poca responsabilidad, lo sé. Pero prometo que voy mejorando. Como veis, no respeto ni mis lemas. Los cambiaré.

En fin, esto va a cuento de que hoy he ido a un médico. Traumatólogo, para más señas. Y voluntariamente. Pensé que, después de cuatro meses con un dolor importante de rodilla y pierna en general, lo de que se pasara solo quedaba descartado. Así que fui.

Gran error. Al menos para mi ego, ya de por sí bastante perjudicado. Una pierna más larga que otra, un hombro más bajo que otro y una columna cual carretera pirenaica. Si a eso le sumamos mis pies planos, sólo puedo preguntarme: ¡¡¿¿Este es el precio que tengo que pagar por no necesitar gafas, Señor??!!

También debo decir que en la radiografía salgo tan favorecida que me la voy a poner de foto de perfil de Facebook. Sin que se vea la columna, por supuesto, que las fotos en las redes sociales no están para enseñar nuestros defectos más profundos. La foto me la ha hecho un chaval medio imberbe que me dice que me quite todo “menos las braguitas y los calcetines”. ¿Que qué? ¿Braguitas y calcetines? ¿Me ha leído el guión que tiene preparado para las niñas de cinco años? ¿Decir bragas es muy heavy? Bragas. Bragas, bragas, bragas, bragas. De toda la vida. ¿A los hombres les dice que se quiten todo menos “los calzoncillitos”? Ah, también se ha referido a mi culo como “culete”. La verdad es que he salido de allí bastante rejuvenecida. Y sí, me estaba haciendo una radiografía, no un retrato en pelota picada.

Total, que de mi visita al médico he sacado tres cosas: una receta que me hará convertirme en digna heredera del gran Requetrún (ejemplo de broma privada), y dos conclusiones: que vivía mejor en la ignorancia y que por dentro estoy muy buena. Belleza interior, creo que lo llaman

domingo, 21 de septiembre de 2014

COSA FINA



Para ti, lectora, que vives medio empanada, y que sé que te gustan estas cosas. Para ti, que eres prácticamente la única que me hace comentarios, sositos, pero comentarios al fin y al cabo. Esta entrada de domingo lluvioso por fin, lectora, te la dedico.

Septiembre es época de bodas, pero a mí no me invitan a ninguna. Y eso me cabrea. Tengo que consolarme con aquellas a las que van los famosos. Pero en esas no me dan de cenar. Y eso también me cabrea. He cenado a las siete y media y tengo hambre. Me estoy desviando. Cuanto antes me acueste, antes llegará la hora de desayunar. Al lío

Este finde se han casado un Bohórquez y una Domecq, o un Domecq y una Bohórquez. No sé, es lo mismo. Todos son familia. Típica boda de jerezanos con pasta, señoritos andaluces, mucho pijo, mucho Roberto Diz y tocados y pamelas a cascoporro. La típica a la que yo mataría por ir, vamos.

Estos son los novios. Él no sé se es viejo prematuro o viejo sin más. Ella es muy previsible. Sólo puedo darles un consejo: cuidado con la alfombra



No hace falta ser muy espabilado para adivinar que las Osborne tenían que estar ahí. Estas también son muy típicas; las típicas que creen que chorrean tanto estilo que se pueden poner cualquier cosa. Pero las pobres viven en la confusión perpetua




Otra del clan. Si vas tuneada tal que un maniquí de Dior de los 50, no poses delante de un bar, una furgoneta y un termómetro, todas cosas demasiado prosaicas. Tan prosaico como ponerte al lado de una tía vestida con un saco. Si lo haces, hazlo bien. Aunque se agradece que se haya tapado la cara



Esta es lo que se llama una boda fina. De estas fina, pero fina, fina. No un bodorrio, no. No, no; una cosa distinguida, refinada y elegante. Una boda de Telva Novias. Pues ojo, pestaña, que la vista engaña


Hoy me caso, estoy nerviosito. Por favor tócame el pito 

Pura poesía





martes, 9 de septiembre de 2014

¿EL FINAL DEL VERANO LLEGÓ Y TÚ PARTIRÁS?



Tú ahora abres una revista y no hay ni una que no te diga cómo puedes alargar el verano. Se supone que en verano hemos adquirido buenos hábitos y queremos mantenerlos. Para empezar, eso es mucho suponer. Porque, a ver, tomar el sol y bañarte en la playa no es un hábito, y, además, yo lo hago casi todo el año. Y comer como una condenada, que es lo que yo he hecho, no es un hábito que quiera mantener. Será que yo soy una rara. Sí, es eso.

Para los que no sois unos raros en este aspecto, porque fijo que sois raros en algo, esto es lo que recomiendan:

En verano las parejas están más relajadas y tienen más tiempo para hacer lo que quiera que hagan las parejas. Pues ahora reservaos un rato a la semana para seguir haciendo lo que quiera que hagáis. Yo de eso no sé nada. Sálvese quien pueda

Los hijos. Aquí me parto. Dice la revista que en verano los niños andan por ahí medio asalvajados, sin tele, sin móvil, sin consolas, sin decir que se aburren, sin pedir que les compren cosas… ¡Ja! ¿En qué mundo viven? ¿Han visto alguna vez a un niño a menos de cinco metros? ¿Se han quedado anclados en Veranoazullandia? Bien mirado, esto tiene sus ventajas, y es que los niños no notan el cambio. Y tú tampoco

En verano solemos hacer más ejercicio; pasear un poco por aquí, nadar otro poco por allá, bajar al buffet libre, sudar como un cerdo en época de celo… No preocuparse, porque ahora lo que está de moda no es el gimnasio ni el running del demonio; ahora lo que lo peta es caminar por las aceras. Justo lo que llevo yo años haciendo y sin saber que estaba creando tendencia. Voy a un centro comercial, ¿no?, pues voy en autobús y vuelvo andando. Eso lo puedo hacer porque nunca compro nada. Y porque los centros comerciales siempre están lejos. Muy lejos

Estos de las revistas dicen que en verano comemos mejor; más fruta, más verdura, menos mierdas… Claro, claro. Yo me voy a Galicia en cuatro trenes para comer brócoli y melocotones. Sí. ¿Y lo de que la playa despierta el apetito sólo me pasa a mí? Y en los hoteles ya se sabe, pagas una pasta gansa al día para comer una ensalada con maíz, pechuga a la plancha y una rodaja de piña. Y al salir del desayuno les sisas un plátano en lugar de un bocadillo churretoso de bacon sólo porque es más sano. Venga

La actitud. En vacaciones nos comemos el mundo. A la vuelta el mundo nos come. Y eso será así por los siglos de los siglos. O por lo menos a partir de octubre