Vistas de página en total

martes, 24 de julio de 2018

CUMPLOAÑOS


Iba a decir que cumplir años tiene poco mérito, pero tampoco es así; estamos expuestos a enfermedades, a peligros, a fatalidades, a gente mala y a nosotros mismos. Ser un superviviente, aunque sea por omisión, es algo que no hay que subestimar. Digamos que cumplir un año más tampoco es que requiera demasiado esfuerzo

Lo que sí tiene mérito es cumplir un año más y que ese año haya dejado alguna huella en ti además de canas, arrugas y lorzas. Lo que viene siendo la esencia de cumplir años, sobre todo cuando ya tienes esa edad en la que llegas a casi todo más tarde que temprano

Mañana es mi cumpleaños, y, de momento, el único preparativo que he hecho ha sido aprovisionarme de helado de chocolate y fritanga de queso para compensar el susto de visualizar en mi cabeza mi nueva edad. ¿Y qué más podría ayudarme a hacer el bajonazo más llevadero? Ya está, podría pensar en todo lo que he conseguido este año

Pueeees… como que no he tardado mucho en pensarlo. Sí, ha habido varias cosas especiales, unas cuantas personas, unos cuantos momentos. No, no ha estado mal. Pero oye, como o caso é evolucionar aínda que non se gane, voy a pensar mejor en lo que no he perdido

Mi niña interior (muy pero que muy interior), mis payasadas y mis bailes ridículos. Mis ganas de besar y abrazar y apretar muy fuerte. Mi nula afición por la clase de libros y películas que se presupone deben gustar a una señora adulta como yo. Mi capacidad de asomarme a la ventana de todos los días, ver lo mismo de todos los días, y seguir dando gracias a Dios por esa luz, por ese cielo, por el verde y el aire, por esta ciudad y por la gente que pasea tranquilamente sin ganas ni intención de hacer daño a nadie. Mira, tampoco está mal

¿Y he aprendido algo? Que el batido de frambuesa conviene tomarlo despacio y que el día después de pasarte nueve horas confeccionando alfombras florales es mejor que no intentes subir una escalera. Sobre otras cosas, como el sentido de la vida, aún voy por las primeras lecciones

El ordenador me avisa de que ya es mañana, y yo me siento igual que hace un rato. No, esperad. No, me siento más agradecida y más feliz. Y pienso que querría vivir siempre. Y conocer y querer a muchas personas. Y que me quieran. E ir a muchos sitios. Y ser más sabia y más buena

Sé que no tengo la eternidad por delante; sólo el resto de mi vida. Y eso es mucho más emocionante



jueves, 12 de julio de 2018

PIROPOS A MI PERSONA


Ah, no, esto sí que no. Hasta aquí hemos llegado. Como me quiten los piropos callejeros yo no respondo. Y mira que ya están acojonando al personal, que lo tengo comprobado. O soy yo, que estoy perdiendo mi sex appeal, o lo que está pasando aquí es algo incluso más grave: dictadura y represión. Y censura y aleccionamiento y me cago en vuestros muertos

Una mujer que se siente ofendida porque le digan un piropo inofensivo tipo “qué guapa eres, hija”, “una mujer hermosa como usted no pasa desapercibida” o “madre mía, madre mía”, es una tarada, un mal bicho y, lo más probable, más fea que un pie. Si se da el caso de que el sujeto te suelta algo ordinario o inapropiado, entonces ya no es un piropo y, no sé a vosotras, pero a mí Dios me dio cerebro y lengua para contestar o para, simplemente, hacerme la sorda y seguir mi camino

A lo mejor resulta que soy más simple que un cubo, o que me tomo las cosas con naturalidad, o que no soy una retorcida, o que tengo asuntos en mi vida verdaderamente importantes a los que prestar atención. Qué sé yo, cosas mías

Cuando un hombre desconocido me dice un piropo por la calle no es acoso, no es abuso de poder, no es violencia callejera. Es sólo que me encuentra majetona y quiere que yo lo sepa. Y olé por él porque se atreve a decirlo y tiene esa gracia. Y, si yo lo aprecio, no es porque esté tratando inconscientemente de llenar carencias de afecto ni tenga la autoestima baja. Si lo aprecio es solamente por una razón: porque mi mente funciona normalmente

Ahora, también os digo una cosa: el día que te levantas y tu madre te dice que tienes los pechos como Felisa de San Mamed (léase, cintureros), un piropillo recibido oportunamente hace mucho bien. Y me pone contenta, claro que sí. Y lo agradezco. Y a veces hasta les daría un abrazo. Coño ya tanta tontería junta

¿Cómo hemos llegado a esto? Todo era mucho más simple hasta que apareció esta hornada de mamarrachos tiquismiquis como la delicá de Gandía y retorcidos como ellos solos, buenistas de pega, puros hipócritas, defensores de lo que no necesita defensa y atacantes de lo que sí la necesita. Banda de gilipollas que si fuera por ellos te enchironaban porque, en su mente enferma, has ofendido no se sabe qué coño. Y se atreven a hablar de acoso. Y se atreven a hablar de violencia

Dicen que no ofende quien quiere, sino quien puede, ¿no? Pues yo añado: no se ofende quien puede, sino quien quiere

Guapas