Ah,
no, esto sí que no. Hasta aquí hemos llegado. Como me quiten los piropos
callejeros yo no respondo. Y mira que ya están acojonando al personal, que lo
tengo comprobado. O soy yo, que estoy perdiendo mi sex appeal, o lo que está pasando aquí es algo incluso más grave:
dictadura y represión. Y censura y aleccionamiento y me cago en vuestros
muertos
Una
mujer que se siente ofendida porque le digan un piropo inofensivo tipo “qué guapa
eres, hija”, “una mujer hermosa como usted no pasa desapercibida” o “madre mía,
madre mía”, es una tarada, un mal bicho y, lo más probable, más fea que un pie.
Si se da el caso de que el sujeto te suelta algo ordinario o inapropiado,
entonces ya no es un piropo y, no sé a vosotras, pero a mí Dios me dio cerebro
y lengua para contestar o para, simplemente, hacerme la sorda y seguir mi
camino
A
lo mejor resulta que soy más simple que un cubo, o que me tomo las cosas con
naturalidad, o que no soy una retorcida, o que tengo asuntos en mi vida
verdaderamente importantes a los que prestar atención. Qué sé yo, cosas mías
Cuando
un hombre desconocido me dice un piropo por la calle no es acoso, no es abuso
de poder, no es violencia callejera. Es sólo que me encuentra majetona y quiere
que yo lo sepa. Y olé por él porque se atreve a decirlo y tiene esa gracia. Y,
si yo lo aprecio, no es porque esté tratando inconscientemente de llenar
carencias de afecto ni tenga la autoestima baja. Si lo aprecio es solamente por
una razón: porque mi mente funciona normalmente
Ahora,
también os digo una cosa: el día que te levantas y tu madre te dice que tienes los
pechos como Felisa de San Mamed (léase, cintureros), un piropillo recibido
oportunamente hace mucho bien. Y me pone contenta, claro que sí. Y lo
agradezco. Y a veces hasta les daría un abrazo. Coño ya tanta tontería junta
¿Cómo
hemos llegado a esto? Todo era mucho más simple hasta que apareció esta hornada
de mamarrachos tiquismiquis como la delicá de Gandía y retorcidos como ellos
solos, buenistas de pega, puros hipócritas, defensores de lo que no necesita
defensa y atacantes de lo que sí la necesita. Banda de gilipollas que si fuera
por ellos te enchironaban porque, en su mente enferma, has ofendido no se sabe
qué coño. Y se atreven a hablar de acoso. Y se atreven a hablar de violencia
Dicen
que no ofende quien quiere, sino quien puede, ¿no? Pues yo añado: no se ofende
quien puede, sino quien quiere
Guapas
Luego pasa lo que pasa. Quieren hacernos creer que somos tontas e incapaces de protegernos,
ResponderEliminarEso suponiendo que haya algo de lo que protegerse. De un piropo, no. De ciertas personas, demasiadas, sí. ¡Gracias por tu comentario!
EliminarEsos que van de feministas son los más machistas, no ya sólo cuando no los oyen, sino con actitudes de macho alfa mega protector de las mujeres retrasaditas que no saben contestar por si mismas. Postureo del malo y ansias de prohibir y de regularnos hasta dentro de nuestro baño.
ResponderEliminarLo peor, es que la gente traga. Lo cual no deja de alucinarme aunque debería estar ya curada de espanto.
El post de hoy, digno de columna periodística. Aunque se te echarían encima las hordas twitteras.
Amén, hermana. Y muchísimas gracias, jo. Abrazo pa ti
EliminarLo de las hordas twitteras, viniendo de ellas, lo tomaría como un piropo, así que ¡todos al trullo!
Me encanta!!! Señora le cambio a su hija por una lavadora �� ��
ResponderEliminarDice mi madre que cuando se le estropee la lavadora, habláis :D
EliminarChapeau
ResponderEliminarGracias, encantador Anónimo :)
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