¿Te acuerdas, papá, de cuando me abrazaba a ti en el sofá, oía los latidos de tu corazón, y te decía "estás vivo"? Entonces seguramente no llegaba a comprender cuán vivo estabas. Y que lo que era una información superficial para ti era la felicidad para mí
Ahora pienso que no fueron suficientes los abrazos y los besos. Porque a aquella mala noche no le siguió una mañana para ti. Y no hubo mañana para los besos que dejé para mañana. Ahora sólo me queda pensar en ti y decirte que te quiero, aunque sólo con la fe, y no la certeza, de que de alguna forma te lleguen estas palabras
Nunca hice nada por ti, papá. No pude luchar por ti. No he podido darte mi brazo para que te apoyes al caminar. No he podido llevarte, ni acompañarte, ni tener paciencia contigo, ni cuidarte, como tantas veces hiciste tú conmigo
¿Sabes qué? A veces me pregunto qué persona hubiera llegado a ser yo. Nunca lo sabré, porque una parte de mí se quedó esa noche en una habitación de la que sólo recuerdo la oscuridad que había. Pero bueno, con lo que quedó he hecho lo que he podido y aún me queda mucho por hacer. Me gustaría que me vieras ahora. No soy una maravilla pero tengo un pase. Y oye, depende de con quién me compares, subo bastantes posiciones
Allá donde estés. Menuda gilipollez (perdona, papá, es que de vez en cuando necesito decir algún taco). Yo sé dónde estás; estás con Dios, estás en mi corazón y en mi cabeza, estás en nosotros. Y nosotros estamos en ti. Como lo estuviste siempre. Como lo estuvimos siempre
Estar aquí hoy no es fácil. Y dicen que va a llover. Y no es fácil