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martes, 23 de junio de 2015

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Hace 18 años, 9 meses y 27 días que no veo a mi padre. Por eso hoy no hemos podido celebrar su cumpleaños con él. Aún así, yo he querido hacerle un regalo, y esta mañana, mientras me tomaba mi sandwich tostado de pavo, he decidido hacer honor a su ejemplo; y, al menos por hoy, intentar poner paz y alegría en todos mis actos. Pues, oye, casi lo consigo.

Mi padre solía decir que iba a estar con nosotros hasta los 90. Físicamente estuvo muchos menos, pero todavía está. Y estará mucho más allá de los 90. De eso nos vamos a encargar nosotros, su mujer y sus hijos. De eso se van a encargar también todos aquellos en cuyas vidas influyó, todos a quienes quiso, todos a quienes ayudó. Y de eso se van a encargar cuatro personas que, a pesar de no haberle visto nunca, le conocen y le quieren.

¿Cómo estaría hoy papá? Los padres no envejecen, así que no estaría viejo. Quizá más delgado y con menos pelo. Más arrugado, seguro. Y puede que algo cansado. Pero viejo no. A lo mejor no hubiese podido tomar tarta, o sólo un trocito. Y tal vez, los últimos años, su salud se hubiera resentido. ¿Pero viejo? No, viejo no. Fuerte, sabio, con buen humor, corrigiéndonos cuanto toca y poniendo paz en todo. Y querido. Muy querido.

Como hoy

4 comentarios:

  1. Hoy me has hecho llorar. Yo lo felicité ayer, igual que cada cumpleaños los últimos 18.Y no me paro mucho a pensar cómo estaría porque, si me paro, se me encoge el corazón y no lo puedo soportar. Para aguantar, tengo que pasar de puntillas. Esto, que a muchos les parecerá exagerado después de tantos años, puede entenderlo cualquiera que le conozca. Muchas felicidades.

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  2. Preciosas palabras y sentimientos...

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