Hoy
os voy a contar una historia. Es una historia de amor. No un amor épico, de esos
que te cambian la vida, sino más bien un amor de esos que te cambian el día. Un
amor que pocos entenderán, pero que tampoco necesita ser entendido
Es
el amor por una tierra, por un pueblo. Uno que es como un novio no demasiado
guapo, que de vez en cuando te da disgustos que siempre acabas perdonando, y
que muchas, muchas veces te harta y te aburre tanto que no entiendes cómo
sigues volviendo a él. Pero es que le quieres, y no lo puedes evitar
Y
yo quiero a este pueblo por todo lo que me da. Por cómo me hace sentir, y por
cómo me hace ser. Y lo más bonito de este amor es que nace de pequeños
acontecimientos que para la mayoría pasarían inadvertidos, pero que tienen un
impacto grande en mí
Una
feria del 20, un banco frente al río, una sesión de mirto, un misterio sin
resolver, una tapa de tortilla y otra de raxo, una banda de música, una
pantalla de móvil hecha pedazos, un abrazo de unicornio, Roma y París, un
pasodoble, unas flores de San Juan y que 24 años no es nada. Una noche alfombrada
de flores y risas. Una foto para recordar
E se chove, deixa
chovere. Porque la
lluvia sigue cayendo mansa