Esta
no es una entrada sobre esas cosas que nos han pasado a todos cuando vamos al médico.
Y no lo es porque tengo poca experiencia en eso de visitar al doctor. Gracias a
Dios. Y gracias a mí, que para ir necesito arrastrar algún achaque desde hace
mucho, pero mucho tiempo, o bien que me lleve mi madre de una oreja, cosa que
me ha pasado más de una vez.
Yo
intuyo que tengo buena salud. Y eso es, en parte, porque no doy opción a que
nadie me diga lo contrario. Mi lema es “Si no sabes que tienes algo, no tienes
nada. Y si lo sabes, ya se pasará solo”. Es un lema que demuestra muy poca
responsabilidad, lo sé. Pero prometo que voy mejorando. Como veis, no respeto
ni mis lemas. Los cambiaré.
En
fin, esto va a cuento de que hoy he ido a un médico. Traumatólogo, para más
señas. Y voluntariamente. Pensé que, después de cuatro meses con un dolor
importante de rodilla y pierna en general, lo de que se pasara solo quedaba
descartado. Así que fui.
Gran
error. Al menos para mi ego, ya de por sí bastante perjudicado. Una pierna más
larga que otra, un hombro más bajo que otro y una columna cual carretera
pirenaica. Si a eso le sumamos mis pies planos, sólo puedo preguntarme: ¡¡¿¿Este
es el precio que tengo que pagar por no necesitar gafas, Señor??!!
También
debo decir que en la radiografía salgo tan favorecida que me la voy a poner de
foto de perfil de Facebook. Sin que se vea la columna, por supuesto, que las
fotos en las redes sociales no están para enseñar nuestros defectos más
profundos. La foto me la ha hecho un chaval medio imberbe que me dice que me
quite todo “menos las braguitas y los calcetines”. ¿Que qué? ¿Braguitas y
calcetines? ¿Me ha leído el guión que tiene preparado para las niñas de cinco
años? ¿Decir bragas es muy heavy? Bragas. Bragas, bragas, bragas, bragas. De
toda la vida. ¿A los hombres les dice que se quiten todo menos “los
calzoncillitos”? Ah, también se ha referido a mi culo como “culete”. La verdad
es que he salido de allí bastante rejuvenecida. Y sí, me estaba haciendo una
radiografía, no un retrato en pelota picada.
Total,
que de mi visita al médico he sacado tres cosas: una receta que me hará convertirme
en digna heredera del gran Requetrún (ejemplo de broma privada), y dos
conclusiones: que vivía mejor en la ignorancia y que por dentro estoy muy
buena. Belleza interior, creo que lo llaman