Este
es el tercer marzo que escribo sobre las fallas. Y es curioso, porque no se
puede decir que las viva intensamente. Incluso podría decirse que no las vivo
prácticamente nada. Pero me gustan. Si desaparecieran los petardos hasta me
encantarían. Aún así, vuelvo a afirmar que son las mejores fiestas del mundo.
Aunque
Valencia recibe cada año por estas fechas a millones de visitantes, tanto
españoles como extranjeros, aún sigue habiendo mucha, pero mucha gente, que no
sabe qué son las fallas. No un aborígen de Tasmania, no. Gente de España. Gente
con familia en Valencia. Sacrilegio.
No
voy a ponerme a explicar ahora qué son, que no soy la wikipedia. Y las fallas
no se explican; se viven. Quien quiera y pueda. Porque a veces se quiere y no
se puede. Lo que me trae a la mente el elemento que cada 19 de marzo por la
noche convierte las fallas en nada: el fuego. Y me asaltan instintos pirómanos.
Nada de fuego purificador y exaltación de no sé qué cosas, fulgores e
inmolaciones poéticas. No. Fuego del que destruye. Metafóricamente. O no.
Y en
mi cremà particular de hoy ardería
esto: los días tristes, la ignorancia, los capullos, la resignación, las faltas
de respeto, las personas que no nos dejan vivir en paz, el tiempo que no cura,
el miedo, los quejicas, la desesperanza, las palabras vacías, la inseguridad,
los malos recuerdos, las oportunidades perdidas y las taradas mentales.
Peim
Impresionante la foto de Valencia "ardiendo". Recuerdo a una conocida de Madrid que creía que las fallas se colocaban todas juntas en la Malvarrosa, y allí las quemaban.¡Hay que venir! Y, sí, yo también haría mi falla particular, que seguro que era común a la que muchos harían.
ResponderEliminarY otra que creía que la exposición del Ninot eran las fallas, y otro que creía que después del 19 de marzo aún había fallas...
Eliminar¡Qué foto tan bonita!
ResponderEliminarCoincido contigo, nada de petardos.
Eso. Petardos, abstenerse
Eliminar