A
mis hermanos
Sabéis,
porque habéis estado aquí desde el principio, que en alguna ocasión he hablado
de papá, y de mamá, y de lo que significan para mí. Pero somos cinco. La vida
ha querido restarnos, y también sumarnos, y es una bendición, pero estos cinco
no pueden ser olvidados.
Sólo
puedo estar bien si vosotros estáis bien, y esto es lo único que necesito para
que cualquier problema parezca insignificante. Gracias y por favor mañana y
noche, y vosotros sois el centro de mis pensamientos.
Me
regaláis vestidos de princesa, y me buscaríais un castillo si os lo pidiera.
Siempre seré vuestra hermana pequeña, y me tendréis que cuidar siempre. A
cambio, os prometo que yo cuidaré de vosotros; que nadie os tocará ni un pelo
de la ropa si yo puedo evitarlo. Que seré vuestra principal admiradora, vuestra
más fiel defensora.
Por
el ejemplo que hemos tenido, junto con vuestra propia naturaleza y decisión
consciente, sois buenos, generosos, sensatos, trabajadores, honrados,
inteligentes y buenos padres. Eso lo saben todos los que os conocen. Y a todos
ellos yo les quiero decir, orgullosa: “Esos son mis hermanos”