Se
ha muerto mi Amparo. Cuando la conocí, hace cinco años, yo era sólo su
voluntaria. Hace ya mucho tiempo que además era su amiga
Y
cinco años dan para mucho. Aunque ella hablara poco, y recordara todavía menos.
Porque frente a aquellos que hablan, y hablan, y hablan, y qué poco dicen,
Amparo, con sus “hola bonica”, “¿cómo está la mamá?” o “¿ya te vas?”, decía todo lo que dos
amigas necesitan decirse
Una
persona que, pese a su enfermedad y a la dificultad para explicarse, con sólo
una frase era capaz de darme una lección de vida de esas que te dejan un buen
rato reflexionando. Porque para ella la vida ya era muy simple; ¿para qué
preocuparse? Eso sí, sufría cuando consideraba que estaba dando trabajo a sus
hijos. ¡Dios mío de mi vida, cuántos padres sufren por eso! ¿Y qué clase de
hijos seríamos si les diéramos la razón, aunque sólo fuera en nuestros
pensamientos más profundos?
Últimamente
había empeorado mucho. Mucho y muy rápido. Cuando volví a verla a la vuelta del
verano me dio un abrazo, pero apenas habló. Yo le acariciaba el pelo y le cogía
la mano, pero no reaccionaba a nada. De repente me dijo “Perdona, cariño”, y eso me mató. La semana siguiente estaba mucho
peor; ya estaba sufriendo mucho, día y noche, y lo único que aceptó fue que le diera
la mano. Yo trataba de tranquilizarla, diciéndole que la quería mucho, y que
estábamos todos allí. Llorando y sonriéndole a la vez. Y ella sólo dijo una
cosa, apenas inteligible: “No os vayáis”
De
la última vez que la vi prefiero no acordarme. Ya no era ella. No… No, claro
que era ella. Y precisamente porque era ella dolía tanto verla así. Era ella en
el momento quizá más vulnerable, más frágil de su vida. Era ella en el momento
en el que más necesitaba el amor de su familia. Y lo tenía, ya lo creo que lo
tenía
Ya
estás en tu casa, Amparo; esa a la que tantas veces me dijiste que tenías que
volver. Y estás en mil sitios a la vez. Y en mil momentos a la vez. Descansa en
paz. Lo tienes bien merecido
Que la llames "tu" Amparo dice mucho de ti. Y lo demás dice mucho de tu generosidad, de tu entrega y, en definitiva, de tu capacidad de dar amor a los demás. Que Dios la acoja en el cielo
ResponderEliminarEres demasiado generosa, ya quisiera yo ser así. Se fue con todas sus estampas; de su Sagrado Corazón y su Virgen de los Desamparados nunca se olvidó
EliminarAhora descansa en paz. Tú hiciste que sus últimos años fueran más felices.
ResponderEliminarEstoy segura de que descansa en paz. Y ya era hora. Muchas gracias
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