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martes, 7 de enero de 2020

LA HORA MÁS FRÍA


Con el segundo lavaplatos puesto, la casa medio despejada y el colesterol a niveles de “esto no lo bajas ni aunque te pongas a dieta única de alfalfa de aquí a septiembre”, me da por mirar al infinito y pensar

que todo esto de la Navidad se ha convertido en un enorme decorado. En las fechas que quien sea considera, ni demasiado pronto ni demasiado tarde, se monta el escenario en el que todos vamos a representar un papel. El papel de qué buenos somos, qué felices estamos, el mundo es maravilloso y todo es paz y amor. El decorado y la ambientación son fundamentales: abetos, luces, muchas luces, papanoeles, elfos, nieve, mucha nieve, pingüinos, osos polares, muñecos de nieve y renos. Y Christmas carols. Representamos nuestro papel a la perfección todos los días que sea necesario, arropados por esa gran parafernalia, sin darnos cuenta de que detrás de ese decorado perfecto no hay ab-so-lu-ta-men-te na-da. El 7 de enero no queda ni rastro, y somos teledirigidos hacia otro escenario: el de las rebajas. ¿Navidad? ¿Eso qué es?

que las visitas que no recibes en todo el año también sobran en Navidad. Y que quien no se acuerda de ti en todo el año tampoco lo hace en estas fechas

y que no todo van a ser pensamientos negativos, hombre. También pienso que quiero quedarme a vivir en mi Belén. Levantarme al amanecer y ver mi huerto desde la ventana. Recoger los huevos de mis gallinas, ver si los tomates ya están maduros e irme al mercado. Comprar un queso y un quilo de chorizos para hacerme un bocadillo que me comeré por la tarde a la puerta de casa. Charlar un buen rato con mis vecinos, porque el día es muy largo y hay pocos sitios adonde ir. Pararme a admirar la alfombra floral por vigésima vez y hacer una visita a María, José y al Niño, que desde que vino a nacer a este establo parece que hay un poco más de luz en nuestro pequeño mundo. Creo que me compraré un cerdito; bueno, “el” cerdito. Vuelvo a casa y pienso en qué afortunada soy de vivir aquí, donde el almendro siempre está en flor y en la montaña hay árboles de brezo. Y donde tengo un naranjo podado por Eduardo Manostijeras

que los regalos de Reyes tienen que reposar. O sea, que hoy mismo no pueden ir al sitio que les corresponde; hay que contemplarlos, sostenerlos en la mano, admirarlos, dedicar un rato a cada uno, antes de que ocupen su lugar en la casa. En este decorado mando yo

y que Dios nos ayude, y que ayude a esta España nuestra, porque a partir de mañana se nos vienen tiempos malos, de defensa de la libertad, la paz y la verdad. Tiempos en los que, Dios no lo quiera, voy a desear más que nunca quedarme a vivir en mi Belén


6 comentarios:

  1. Yo también me quedo en un Belen. Este año no lo hice, pero me voy al tuyo si me lo permites.

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  2. Nos olvidamos de que en Navidad celebramos el nacimiento de Dios, así nos va. Y desde hoy,que el Señor nos ayude.

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  3. Sí, la Navidad hace tiempo se ha convertido en una mezcla de apariencia, y consumismo. Siempre hay q tener tiempo para la gente q quieres,pero en estas fechas parece se acentúa más. Es un cambio muy drástico, de las navidades a vida normal, como del domingo al lunes, como del día 19 de marzo al 20. Todo va cambiando, no nos queda otra más q 'afrontarlos'.

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