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lunes, 1 de noviembre de 2021

TUS HIJOS NO TE OLVIDAN

Hace años solía ir con mis padres al cementerio el día de Todos los Santos. Rezábamos un padrenuestro delante de la tumba de mis abuelos y, bajo un calor sofocante y entre una multitud de personas que entraban y salían, decíamos adiós a ese lugar hasta el año siguiente 

Ahora es mi padre el que está en ese cementerio. Al menos eso es lo que dice una lápida, con su cruz y su recipiente para poner flores, con un nombre y una fecha demasiado temprana. Pero yo no creo que mi padre esté ahí; porque si yo creyera eso, si yo creyera que para estar cerca de mi padre tengo que ir a visitar su tumba, saldría de allí con una desesperación y un vacío difíciles de soportar. Eso significaría reducir toda una vida de fe y amor profundos a unas piezas de cemento, madera y mármol. Y a mí no me han enseñado eso 

Pero sí, es una bonita tradición que nos honra, a la vez que con ella honramos a los que nos precedieron. Como P., que hoy debería estar disfrutando del puente con su mujer. O como A., que mañana tendría comida con los hijos y nietos, quizá rematada con unos “santitos del día” 

Así que honremos, llenemos los cementerios, llevemos flores, limpiemos lápidas, recordemos a los muertos y no olvidemos a los vivos. Que la vida es a veces muy jorobada y necesitamos que nos quieran. Y flores. También necesitamos flores 

Hace años solía ir con mis padres al cementerio el día de Todos los Santos. Ojalá pudiera seguir haciéndolo

 

 

 

 

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