Vistas de página en total

lunes, 17 de febrero de 2014

CUENTOS CHINOS



Cuando no tienes un buen día, una de las cosas que más te puede deprimir es un chino. No me refiero a una persona de China, que también, sino a una de esas tiendas antes conocidas como “Todo a 100”.

Vaya, recuerdo cuando surgieron los “Todo a 100”. Qué hallazgo, oiga. Qué maravilla. Todo un mundo por descubrir. Y todo a 100 pesetas. Un embudo, 100 pesetas. Una esponja, 100 pesetas. Una pistola de agua, 100 pesetas. Luego dejaron de tener tanta gracia, porque ya no era todo a veinte duros. Fue cuando los carteles cambiaron a “Todo a 100, 200, 300… y más”. O sea, que podías esperarte cualquier cosa. Y lo de tener que esperarte cualquier cosa no mola.

Con la llegada del euro (¡Euro!, ¡pedorro!), la cosa perdió la poca gracia que tenía. “Todo desde 1 euro”. Pos vale. Los míticos “todo a 100” habían muerto definitivamente. O sea, muerto. Y la herencia fue toda para los chinos. Se apropiaron de su denominación (“Todo Chien”) y se apropiaron de su esencia (un chino).

A cambio, alguien se debió de apropiar de su voz y de su alegría de vivir. Los chinos de los chinos son mudos y siniestros. Reconozco que a mí me da cosica mirarlos a la cara. “¿Cuánto es?”. Porque tú tienes una idea aproximada de lo que te va a costar, pero nunca lo sabes seguro. Pagas y, en la mayoría de los casos no dices ni adiós. ¿Por qué? Pues porque suelen ser antipáticos, así que que les den. Pero principalmente porque lo que quieres es salir cagando leches de allí.

Al chino ya parece que tengas que entrar pidiendo permiso a China y perdón a España. Y viceversa. No estás cómodo. Normalmente vas buscando algo concreto; lo de “estoy echando un vistazo” no funciona en los chinos. No se puede decir que lo encuentres siempre, pero tampoco que no lo encuentras nunca. Bah, una media razonable. Y también una media razonable de veces sabes que estás comprando caca de la vaca.

Pero lo peor no es la caca de la vaca, que, al fin y al cabo, nadie te obliga a comprarla. Lo peor de los chinos son esos chinos que están agazapados en los pasillos haciendo como que ponen precios pero que lo que en realidad hacen es vigilarte. Tú ya no entras muy convencida, y encima notas tres o cuatro pares de ojos achinados clavándose en tu nuca. ¿Quién en su sano juicio quiere permanecer más de dos minutos ahí? Pero es que los muy puñeteros ponen tiendas de ocho mil metros cuadrados, con pasillos larguísimos, y rampas, y escalones, y recovecos, y ángulos muertos, y callejones sin salida. Así que encontrar lo que buscas y salir rápidamente es imposible. Ni lo intentes.

Por no hablar de esas veces en las que, mientras estás saliendo, oyes cómo el chino le habla (muy rápido, claro, que para eso es chino) a la china. Sabes que te está poniendo a caer de un burro y agradeces hablar sólo castellano e inglés nivel medio.

En fin, que es difícil tener agradables experiencias en un chino. Por eso, cuando estoy de bajón, y paso por uno, procuro no mirar. Esos molinillos brillantes pueden terminar por rematarme el día



6 comentarios:

  1. Ja, ja, ja.... las sensaciones, clavadas. A mí me pasa lo mismo. Hago repaso y no recuerdo a un chino que me conteste con una sonrisa. Parece que su tienda es su micromundo y allí mandan ellos, tú te sientes como indefensa. Al menos esa es la sensación que me da en el de mi barro, con estanterías tan altas y atiborradas, y pasillos tan estrechos, que casi no ves ni el techo. Y siempre, al fondo, hay una puerta. Dará al almacén dicho yo, pero me hace pensar: si me raptan aquí ¿quién se entera?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Parece ser que Confucio dijo algo así como que "si no sabes sonreír, no pongas tienda". No, si va a ser verdad que Confucio fue quien inventó la confusión

      Eliminar
  2. A los chinos, que os lo teeeeeeeeengo dicho, NIAGUA! Ni aaaaaaaagua!! Muuuuaka!

    ResponderEliminar
  3. Yo no suelo ir mucho a los chinos, solo a dos, y en uno te doy toda la razón, pero en el otro hay una chinita muy maja.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estoy segura de que hay, al menos, seis chinitas majas entre todos los chinos de España

      Eliminar