Otra
Navidad se acaba. Igual que muchas pero también distinta a todas. Una Navidad
en la que por aquí alguien ha descubierto que no eran los Reyes Magos los que
le traían regalos la noche del 5 de enero, y no le ha encontrado sentido a todo
esto. Como esa otra Navidad, en la que por primera vez te falta alguien muy
querido, y no le encuentras sentido a todo esto
Pero
lo mágico de la Navidad, y lo que la hace especial, es que, aunque ya hace
muchos años que sabes que no hay reyes que te regalen nada, y aunque sigues
notando la ausencia de esas personas tan queridas, no has perdido la capacidad
de ilusionarte. Y sí le encuentras sentido a todo esto
Y
el sentido es que, aunque no nos demos cuenta, necesitamos desesperadamente ver
el mundo con la mirada de un niño. Necesitamos sorprendernos y deseamos con
ansia que nos sorprendan. Y necesitamos ver la ilusión en la cara del otro y
saber qué él aún es capaz y que yo aún soy capaz. Queremos creer, porque estamos
hartos de desengaños. Cansados de decepciones, necesitamos aferrarnos a algo
que es seguro, a algo que no nos va a fallar
Y
por eso, yo nunca voy a comprar Reyes: yo voy a echar las cartas a los Reyes. Y
escribo la carta, claro que sí. A mano. Y todos los regalos están bien
escondidos. Y envueltos con primor. Y con sus cartelitos firmados por Melchor, Gaspar o Baltasar. Y siempre hay sorpresas. Y me emociona ver llegar a los Reyes en la
cabalgata. ¿Que sé lo que hay? Sí. ¿Que me da igual? También. Esta noche la
ilusión supera a la realidad. Y no quiero que cambie nunca
Sigue así, siempre. Perder la ilusión de niños es perder media vida, hacerte viejo de golpe. Y aún ahora, cuando han pasado 40 años desde que sé lo que hay, espero con ilusión el día de Reyes, por mi y por los demás
ResponderEliminarMe da tanta pena la gente que no tiene ilusión... Amorfos totales
EliminarYo mantengo la ilusión, no es lo mismo que cuando eres pequeña, pero los peques de la familia te animan mucho.
ResponderEliminarSí, tener niños en la familia ayuda mucho
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