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martes, 27 de agosto de 2013

¿LA PLAYA ESTABA DESIERTA?



Este mes de agosto he estado cuatro días en la playa. La playa tiene muchas cosas. Una de las cosas que tiene es que cohabitas con especies a las que el resto del año consigues evitar: chonis, poligoneros, medusas, tuppers con filetes empanados y niños gritones. O sea, carne de Ola, ola.

Otra de las cosas que tiene la playa es que nos iguala a todos por abajo. Vistos de lejos. Cuando uno se acerca, los bikinis de flecos, los mama y papa, la sombrilla de Mahou, los tatuajes, las viseras y la lectura del Pronto van poniendo a cada uno en su sitio. Eso sí, todos hacemos pis en el mismo mar.

La playa es como una obra de teatro en la que siempre actúan los mismos personajes:


Un padre y un hijo empiezan a hacer un castillo de arena. Al cabo de cinco minutos el hijo se harta y se va a hacer el hooligan por ahí. El padre ni se percata de la ausencia de su vástago y continúa con el castillo como si no hubiera un mañana. La escena siempre termina con el castillo aplastado bajo los pies del chaval y el padre diciendo “¿Tas tonto?”

A las 7 de la mañana, entre cincuenta y sesenta maridos son obligados por sus mujeres a bajar a la playa para plantar la sombrilla y de una a tres sillas. Su única misión es hacer la puñeta al personal, porque suelen bajar a poner sus culos en los asientos sobre la una del mediodía, hora en la que la playa empieza a despejarse y no tendrían problema en situarse en primera fila. Cosas de viejos

Una pandilla de chicos y chicas. Ellos con el bañador remangado, ellas opositando a it girls de su bloque. Todos con un móvil de última generación en la mano. Su guión es el más fácil de aprender; se limitan a decir “tía”, “nano”, tacos varios, y a soltar grititos. Y una frase imprescindible: “Esta pa´l Twitter”


Luego  hay una serie de personajes recurrentes pero no menos frecuentes:

La orca o cocodrilo hinchable. El guarro que se baña con camiseta. La niña de entre 9 y 11 años con un desarrollo ya considerable de sus glándulas mamarias pero que sigue llevando un bañador de braguita. Y el señor de mediana edad, híper bronceado, con braga náutica, sortijones y cadenonas estilo Mauricio Colmenero.

Así que, ¿qué más da si la playa no estaba desierta, y si el mar, en lugar de bañarte la piel, te daba unos trompazos que te hacían engullir arena? Estamos salvados, porque el macho ibérico todavía existe



8 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo. La playa es un mundo aparte, donde yo estoy los abuelitos bajan a coger sitio y esperan a que pase la maquina que limpia la playa y luego... a correr para pillar un sitio que no ocuparan hasta las doce.

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    1. En un mundo ideal, colocarían las cosas antes de que pasara la máquina, y luego esta se lo llevaría todo por delante

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  2. Ay... me he reído a gusto.
    Pero contado así, todo junto, parece que has estado en choni-playa. Es curioso lo diferente a eso que es una playa de piedras. Las propias piedras hacen una selección natural.

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  3. Desde mi más sincera opinión, solo me queda aplaudirle por tan magnífico blog. Sinceramente, bordao. :)

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    1. Muchas gracias,Mery.Me hace mucha ilusion tener una nueva comentarista.Por otra parte,tambien tengo miedo de que la presion por estar a la altura de tus expectativas (y de las mias) acabe matandome.En fin,una cosa por otra

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    2. Para el que vale, la presión no existe. :D

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