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miércoles, 10 de julio de 2013

CAMBIAR PARA SEGUIR SIENDO YO



De vez en cuando es bueno pararse a recordar quiénes somos. Quiénes somos en realidad, y no lo que las circunstancias nos han hecho ser. Retroceder en el tiempo y recordar cuáles eran nuestros sueños, qué queríamos hacer en la vida, a quién queríamos, y cómo lo queríamos, quién nos quería y por qué. Qué nos gustaba hacer, con quién nos gustaba estar, dónde nos gustaba ir y qué nos hacía reír a carcajadas. Hacer un esfuerzo e intentar recordar cómo pensábamos cuando éramos más libres o más despreocupados.

Es verdad que todos cambiamos, y no dejamos de ser nosotros. Pero no por el hecho de ser una persona adulta, tener un trabajo o no, tener una familia o no, tener más o menos problemas, debemos perder nuestra esencia. El paso de los años y los palos de la vida nos zarandean, nos empujan y nos arrastran, pero no podemos dejar que nos tumben. Que tumben lo que somos y lo que queremos ser. Si eres una persona que se preocupa por los demás, ¿por qué vas a dejar de hacerlo por el hecho de que pocos se preocupen por ti? ¿Por qué has perdido la paciencia sólo con las personas que más te quieren? ¿Dónde ha quedado tu sentido del humor?

Si lo que hay de bueno en nuestro corazón sigue intacto, no nos distraigamos de lo que somos. Si nuestros padres nos enseñaron algo bueno, no lo olvidemos. Mientras vivamos, lo único que tenemos seguro somos nosotros mismos. No nos perdamos, por favor.
 

Puede que esta entrada me haya quedado algo confusa. Ya sabéis que, en este blog, todo es lo que parece

1 comentario:

  1. Muy acertada. Y no, no es confusa. Plántate, toma las riendas de tu vida y muévete en la dirección que elijas, pero ¡ya!

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