Ayer
ya me fue imposible escribir una sola letra, porque salí del oculista viendo
menos que Pepe Leches. Yo la calle la veía, tampoco era en plan ay que me
empotro contra una farola. Pero me metí en una zapatería y, oye, que no veía ni
un precio. Tó borroso, tó borroso. En otra tienda fui a pagar y, como las
monedas por mí podían haber sido de chocolate, le solté un billete a la
dependienta mientras le confesaba que no veía un pimiento. La chica fue
honrada, eso sí, que yo, aunque no lo veía, sabía muy bien que le estaba dando
un billete de 20. Resumiendo, sólo os digo que me metí en la cama a las nueve y
media, porque, sin ordenador, ni tele, ni libros, mi vida no tiene sentido.
Hoy
me he levantado con los cinco sentidos a pleno funcionamiento (gracias,
Diosito), y el sexto (ese que hace que ciertas cosas te molesten hasta el punto
de irritarte) a todo gas. A ver si no:
Los
de las ONGs que te abordan en la calle para venderte su moto. O la moto del
jefazo, más bien. Te dan los buenos días, te preguntan qué tal la mañana
(vamos, una sarta de preguntas mamporreras), y luego que si les puedes atender
un momento. Yo, de verdad que lo siento, porque es su trabajo y tal y cual,
pero es que no los aguanto. Yo he llegado a ir por otro camino para no encontrármelos…,
¡pero es que están en todas partes! Tengo pesadillas con ese chaleco. Verde,
rojo, azul, me da igual; los odio todos. Me irritan
Las
tomaduras de pelo. Como esta: horario de invierno: de 8.30 a 14.00 y de 15.30 a 18.30. Horario de
verano: de 8.00 a
14.00 y de 15.00 a
17.30. ¿Me has visto cara de tonto? Gilipollas… (dicho con el tono en el que lo
diría el chino vasco de Corina). Me irritan
La
gente que habla mal. En concreto, los que no saben usar el “que” y el “de que”.
Son tan cenutrios, que por miedo a quedar mal diciendo cosas como “Me ha dicho
de que no va a venir”, o “Pienso de que hoy va a llover”, por lo que pueda
pasar prescinden del “de” por sistema. Así, les salen maravillas del léxico
como “Me alegro que vengas”, “Estoy seguro que sí”, “Me acuerdo que siempre me
lo decías” o “Me he dado cuenta que soy mongolo”. Me irritan mogollón
¡ Qué pesados!
ResponderEliminarCuando los veo venir sonriendo, les miro, les doy los buenos días y me voy.
No sé si sacaran algo de alguien, pero lo dudo.