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martes, 3 de diciembre de 2013

PERDONA QUE NO ME PARE



En la puerta de Mercadona hay una chica pidiendo. Tiene treinta y pocos años y una pinta normal. Está de pie con un carrito de la compra al lado, y se acerca a la gente que entra y sale del súper para pedirles comida. Algo acerca de unos niños, me pareció oírle una vez. En realidad, ya no necesita ni acercarse, porque todo el mundo la conoce y ya van a ella directamente.

La veo todos los días de la semana, los laborables, al menos, mañana y tarde. Cuando no está, lo primero que me viene a la mente es que estará vaciando el carro. Para volver. Y volverlo a llenar. Y otra vez desaparecer. ¿Para qué necesitará 4 ó 5 carros llenos al día? Podría ser, pero dudo que sea la encargada de un orfanato ruso. Quizá está llenando un bunker de provisiones ante una improbable guerra nuclear. Quizá tiene que alimentar a una familia muy grande, y a medio vecindario. O quizá no necesite alimentar a nadie, y todos esos productos acaben en un supermercado clandestino. O los lleve a otro Mercadona para que le devuelvan el dinero, como así le contó un día a mi madre una cajera. O vaya usted a saber. Todos hemos visto más cosas de las que hubiéramos querido.

Ya no me fío de nadie. Antes me fiaba, porque podías fiarte. A lo mejor alguno te engañaba, pero costaba creerlo. Ahora cuesta creer lo contrario. Te obligan a ser menos ingenua y, probablemente, más injusta. Al pedirte, te quitan. Así que prefiero dar a los que no me piden nada
 

4 comentarios:

  1. Es triste, pero hay algunos casos en los que desconfías, y a lo mejor fallas. Como la señora que se pone a la puerta de un hospital y pide para sus tres niños. La gente le da, claro, pero alguien me contó que los niños no existen, que lo que te imaginas por el aspecto que tiene (que se fuma todo lo que recoge), es cierto. Y en la puerta de una iglesia tienen repartidos los sitios y las horas, y ¡cuidadito con que uno se salte el turno!. O la señora que pedía en la calle rodeada de velas y al morir descubrieron que su armario era la Reserva Federal. Está claro que no todos son iguales, pero prefiero dar a lo seguro.

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  2. Si, es triste, pero yo he visto a los mendigos que piden en mercadona bajarse de un mercedes y ponerse a pedir.

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    1. Y yo a uno pedirme en una silla de ruedas, y a los 20 metros levantarse tan campante de la silla y darse un garbeo

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