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viernes, 28 de diciembre de 2012

INOCENTES...

¿Aún queda alguien que siga haciendo inocentadas? Y no hablo de Piqué y compañía. Me refiero a las inocentadas de toda la vida, tipo monigote en la espalda, mosca de plástico en la sopa, cojín pedorro, esconder la leche del desayuno, levantarte con toda la cara pintarrajeada y cosas así. Nada, ¿no? Yo tampoco. Ni yo ni a mi. Me acuerdo de cuando buscábamos la inocentada en el periódico, o en el telediario. Por ejemplo, que el príncipe se va a casar con una divorciada, republicana y atea. Esto...., vale, ya entiendo por qué abandonaron las inocentadas; hoy en día cualquier cosa puede ser verdad, igual que cualquier cosa puede ser mentira. Visto lo visto, yo ya me creo todo, y a la vez no me creo nada. ¿Somos inocentes? Cada vez menos, aunque, de vez en cuando, nos la siguen dando con queso.
Iba a terminar con una inocentada, pero, ¿a quién iba a ir destinada? Tengo que salir de la clandestinidad pero ya. De momento, aún queda media hora de día de los Inocentes...

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