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miércoles, 26 de diciembre de 2012

TOMA CORTE...



No me gusta nada ir a la peluquería. O a la peculería, como decía una que yo me sé. Me da pereza, me aburre, me repatea. Es un suplicio, por eso procuro ir menos de lo imprescindible. Lo único que me gusta es el masaje que me dan cuando me lavan el pelo. Que por más que lo intento cuando me lo lavo yo no hay manera. Igual que uno no se puede dar a sí mismo una torta bien dada, tampoco se puede dar un masaje bien dado. Será eso. Por otra parte, y aunque casi siempre llevo prácticamente el mismo corte, no me importa experimentar con el pelo. De hecho, hoy me he cortado un flequillo cuando la última vez juré que nunca mais. Bueno, qué  más da; es sólo pelo, ya crecerá (pero que sea rápido, porfa, porfa, porfa). Por cierto, a mi lado en el lavacabezas una chica se estaba haciendo fotos mientras le lavaban el pelo. Yo, en mi ignorancia, me imagino que sería para colgarlas en twitter o alguna historia de esas. ¿A un montón de gente ya no le interesa la intimidad? ¿O el pudor? ¿Será que a estas personas que exponen su vida hasta esos extremos les gustaría ser famosas y salir en el Hola (o en Sálvame, según los gustos) y a lo único que pueden aspirar es a que las vean sus colegas y una legión de desconocidos? Reflexionaré sobre ello hoy a las 3 de la madrugada. Ah, no, que me da igual

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