LAS PEQUEÑAS GRANDES COSAS

Hay veces en las que, al terminar el día, no estoy contenta con cómo han ido las cosas, con lo que he hecho, o con lo que he dejado de hacer; otros días, me digo a mí misma que hoy ha estado bien. Hoy es uno de esos días. Y no son necesarios grandes acontecimientos para irse a la cama satisfecho. A veces basta con saber que no has metido demasiado la pata, que las personas que quieres están bien y que mañana tienes la posibilidad de hacerlo mejor. Para terminar el día con una sonrisa es suficiente con recordar una charla con una amiga o ese obstáculo que has superado. O que, para tu sobrina de siete años, eres más guapa que Violetta.

Hace tiempo me regalaron una frase escrita en una pegatina que tengo encima de mi cama. “La felicidad está en creer en las pequeñas cosas que significan mucho”. Seguramente entonces no alcancé a entender qué quería decir aquello, pero hoy puedo decir que de verdad lo pienso. Lo pienso, lo vivo y lo defiendo.

Hacer depender nuestra felicidad (paz interior, tranquilidad, cómo queráis llamarlo) de sueños prácticamente inalcanzables, o de cosas que nos gustaría que hicieran otras personas es muy arriesgado. Y casi siempre se sale perdiendo. Tu vida se puede convertir en una espera. Una espera de nada