LO QUE NO MATA ENGORDA

Hoy, en el supermercado, en concreto en la sección de yogures, oí que una chica a mi lado decía “Comer equilibrado es una mierda”. Yo no uso la expresión “comer equilibrado”, pero sí puedo decir que comer sano es una mierda. ¿Comer embutido es sano? ¿Comer bollería es sano? ¿Comer comida rápida es sano? Lo dicho, una mierda.

Todos sabemos cuáles son las comidas sanas, no voy a hacer una lista. Sí, eso, las que menos nos gustan. En esta época de buenos propósitos (en el año hay dos: Navidad y ahora), nos lanzamos a comprar comida sana, con la esperanza de poner en forma nuestros cuerpos serranos de cara al verano. Hay que empezar a quitarse ropa, tenemos las carnes colganderas, el calor aprieta y se nos acaba el tiempo. Las revistas nos dan las claves para adelgazar comiendo sano. Puro eufemismo; en realidad te dan las claves para adelgazar pasando más hambre que Carpanta. Yo por lo menos, porque no me gusta ni la verdura ni las ensaladas. ¿Qué hago entonces con mi vida? Te dicen que, como tentempié, en vez de tomarte unas galletas te tomes un bol con verduras crudas. ¿Pero qué me estás contando? ¿Crees que si me gustaran las verduras crudas necesitaría adelgazar?

Por eso paso de lo que dicen las revistas. Reconozco que lo mío es un caso, pero oye, que yo no he pedido nada. ¿Quién quiere tomarse un flan de espárragos? ¿A quién le apetece hacerse una brocheta de pavo con arroz integral y salsa de yogur cuando llega cansado de trabajar? ¿Encima que has tenido un día de perros, vas a llegar a casa y cenar pechuga y lechuga? ¿O tardar tres cuartos de hora en hacerte un plato que te vas a comer como un sacrificio? No, hombre, no, te mereces algo mejor. Y este es el motivo por el que muchas personas no consiguen adelgazar; porque la vida es muy chunga como para encima no poder comer lo que te apetece. Esto es lo que decía mi abuela, ahora dice mi madre, y seguro diré yo dentro de unos años. La única ilusión que te queda es sentarte a una mesa y comer algo con lo que disfrutes, ¿y tampoco eso? ¿Qué nos queda? Mientras pensáis la respuesta, voy a ver qué hay en la nevera