La
mayoría de personas tiene alguien a quien querer. Algunos tenemos la suerte de
tener un número relativamente amplio de personas a las que querer. Hay días en
los que queremos de una manera normal, otros en los que queremos menos, y
luego, cada cierto tiempo, vivimos días en los que queremos mucho.
Y
cuando la casa se queda vacía, unas zapatillas de gatito, unas toallas para
lavar, una pizarra con mensaje y una ventana abierta se convierten en recuerdos
de los que han estado. Pero el cariño nunca es un recuerdo; ese lo llevas
siempre contigo, esperando el momento en el que vuelva a explotar e inundarlo
todo. Esos momentos que hacen de la vida algo grande. Esos momentos que guardas como tesoros porque verdaderamente lo son
Po zí... y también los que se van, se van con bajón.
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