Las
bodas me gustan. Ver cómo va la novia, la madrina, las invitadas… Mirar el menú
para ver qué te van a dar de comer o cenar (yo voy siempre con mucha hambre
para no dejar nada, que no me gusta que se tire la comida, y ésta precisamente
sale muy cara), el papeo en sí, la tarta. Estar expectante por si hay alguna
sorpresilla o algo especial. Y el baile. Y, si conoces a los novios, pues sí,
te alegras por ellos, claro. Digo si los conoces, porque todos hemos ido a
bodas de primos segundos o similares donde, si no fuera porque hay una vestida
de novia con uno al lado, no tendrías ni idea de qué cara tienen los que se
casan. Este y otros momentazos son los que yo eliminaría de todas las bodas
sobre la faz de la tierra:
1.
Invitar a personas que no conoces. Vale, sé que es inevitable, pero en mi mundo
de las bodas ideales, ningún novio ni novia tendrá que decir en su propia boda “¿Y
este quién es?”
2.
Invitaciones de boda con alianzas entrelazadas, purpurina, fotos de los novios,
lacitos, palomas, corazones o tornasoles. Se me ocurren muchas cosas más, pero
no quiero herir sensibilidades
3.
Alianzas en cojincitos. Tampoco en cestas. Ni en bastidores, que se llevan
ahora tanto, no me preguntéis por qué
4.
En cuanto al look de la novia, hacedme sitio que voy. No a los vestidos palabra
de honor, escotes halter, espaldas al aire y escotes cintureros. En general,
pero si estás de buen año, aún más. Las mollas, cuanto más guardaditas, mejor. No
a coronitas y diademas. A no ser que te cases con un príncipe heredero y te
obligue la suegra. Nada de brillos en general. Manicura francesa. Peinados con
tirabuzones, ricitos y pelitos tapando el ojo. Bolsetes. Ramos-coliflor. Uf,
esto da para mucho, pero no quiero cebarme
5.
Si te casas por la Iglesia,
y resulta que no pisas una desde tu primera Comunión, haz el favor de
aprenderte un poquito los ritos y liturgias de la misa. Es penoso cuando ves
que ni los novios ni su familia saben cuándo ponerse de pie, cuando sentarse,
ni lo que tienen que contestar. Claro, es que casarse por la Iglesia es tan bonito y le
hace tanta ilusión a tu abuela… Un poquito de coherencia, venga
6. No a las damas de honor. A no ser que pienses
ponerlas a todas en fila detrás de ti mientras te casas. Y tu novio, con su
best man. Si lo haces, hazlo bien
7.
Se ve que hay novios que piensan que con un simple traje o chaqué no van a
destacar, y ellos quieren que se les vea bien, hombre, que también es su día. Normalmente
echan mano de los brillos y tornasolados. Brillos en trajes, chalecos y camisas.
Corbatas de estas gordacas con un brillantito. Blanco nuclear de arriba abajo.
Las florecillas en la solapa tampoco son de recibo
8.
Los invitados. Siempre hay uno o varios que te deslucen la boda. Señores que vienen
sin traje y corbata, señoras con camisa y pantalón o niños con chaleco y
pajarita. Eso por no hablar de la que te viene vestida como en Nochevieja
decidida a pillar cacho. O el marido garrulo de tu amiga mascando chicle y con
gafas de sol toda la ceremonia. Para evitar esto, plantas un cartel de “Reservado
el derecho de admisión”, y al que no te guste cómo va vestido directamente le
impides la entrada. O pasas de todo y disfrutas del día. Eso sí, si aparecen en
alguna foto los eliminas a ritmo de photoshop
9.
Ya estamos en lo que viene siendo el banquete de bodas. Aquí puede pasar de
todo. Da igual que novios e invitados hayamos pasado la prueba del horterismo;
siempre hay alguien que la puede cagar. Con el típico regalito que más que hacerte
ilusión te hace una desgraciada. Con un libro de firmas. Con un tío enfocándote
con una cámara; da igual si eres premio Nobel y con la planta de mi Fassy,
porque seguramente parecerás lerdo. Con el “que se besen” cantado cada cinco
minutos y medio por un grupo de invitados que han burlado la criba de la
entrada. Los mismos que se pondrán las servilletas en la cabeza provocándote
unos irrefrenables instintos homicidas. Con un baile plagado de música bakalao
o como quiera que se llame ahora (“es mi boda y pongo la música ke me gusta, ké
pasa”). Y lo más patético: el novio o la novia borrachuzos perdidos
10.
Tengo que rectificar. No eliminaría nada de esto de las bodas. No de todas, al
menos. ¿De qué hablaríamos después, si no?
Uff... y mucho más... el corte de la corbata para recoger dinero, que los amigos lleven el regalo a la mesa de los novios y antes de llegar al sobre (sí, suele ser un sobre de dinero) salgan montañas de harina... la imaginación es infinita. Pero si no has tenido más remedio que ir a una boda así, mejor tomárselo con humor.
ResponderEliminarClaro, el tema bodas es infinito. A lo mejor algún día hago la segunda parte
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