En
el Corte ya tienen todo lo de Navidad. Belenes, árboles, adornos y horteradas
varias. Y lo más extraño es que ya había gente comprando cosas. Con 30 grados a
la sombra y la peña mercando muñecos de nieve. Tolais.
Parece
que tengamos ansia de que llegue una fiesta. El verano acaba de irse (ah, ¿pero
es que se ha ido?) y ya queremos que sea Halloween. Venga, todos a disfrazarse
de lo más repugnante que se os ocurra. Esto se pasa rápido, así que, hala, que
llegue ya la Navidad. Y
Carnaval. Y las Fallas. Y Semana Santa. Y más verano. Y, en medio, San
Valentín, la fiesta de tu pueblo, la
Feria de Albacete y San Froilán. Pues oye, me parece
perfecto; para algo esto es España.
Halloween
me toca un pie. Pero mola. A casi todos nos gusta disfrazarnos, mayores y niños.
También nos gusta dar sustos y que nos asusten. Sentir esa clase de miedo que,
vale, es real pero no. Un miedo que provoca risa o ganas de dar una patada,
pero no un infarto. Por cierto, las bromas que no hacen gracia, no son bromas.
La
noche de Halloween se ve cada vez menos como una fiesta importada y aquí la
celebra todo quisqui. Acabará siendo como Papá Noel, si es que no lo es ya. Otra
cosa son el 4 de julio y el día de Acción de Gracias. Ni nos veo a los
españoles adornando nuestras casas y calles con banderas de España ni dando las
gracias. Pues deberíamos.
En
definitiva, qué más da si Halloween no es una fiesta española, si es pagana o
no pagana. ¿Acaso vamos a cambiar quiénes somos, o nuestra manera de pensar,
por ponernos un disfraz de bruja y hacer el memo esa noche? ¿Que es una fiesta de
dudoso gusto? Pues claro. Pero nadie te dice que llenes la casa de esqueletos y
cabezas cortadas, igual que nadie te dice que la llenes de papanoeles meneando
el culo y renos chorreando purpurina. Tú eliges.
Y
yo elijo que sí, pero no
A mí me encantan las fiestas. De hecho, lo primero que hago al estrenar agenda con el año nuevo es tachar los festivos, estoy deseando que lleguen. Lo que me molesta de Jalogüín es la capacidad que tenemos para absorber las estupideces varias. Y que, como lo moderno es eso, ya nos olvidamos del verdadero sentido del 1 de noviembre. Es ese sentimiento de que se va perdiendo la razón de ser de algunos días, como cuando abren El Corte Inglés el 1 de noviembre, y el Viernes Santo, y ....
ResponderEliminarY del verdadero sentido de la Navidad, y de la Semana Santa. Ahora, para cada vez más gente, el significado de todo es vacaciones. Vacaciones y compras ¿Cómo no va a abrir el Corte Inglés si ese es el sentir general?
EliminarNo, no a casi todos nos gusta disfrazarnos. Probablemente es algo, que en muy contadas ocasiones he hecho y te aseguró, jamás volveré a hacer. A DIOS PONGO POR TESTIGO. Pocas cosas me parecen más ridículas que ver a gente "adulta", disfrazada... (le vamos a hacer, querida Cris...)
ResponderEliminarSólo te voy a decir una cosa, Mery: ni me disfrazo, ni me he disfrazado ni creo que me disfrace jamás de los jamases. Así soy yo de contradictoria
EliminarLos disfraces, como otras cosas, tienen su edad. Llámame aburrida.
ResponderEliminarVale. ¡Aburrida!
EliminarA mi tampoco me gusta disfrazarme, la verdad, sólo recuerdo una vez, de pequeña, de Blancanieves, en las fiestas de mi pueblo. Me puse el disfraz, desfile por la tarima y ya esta, nunca más.(era un concurso y no gané)
ResponderEliminarPues yo, lo que es un disfraz, disfraz, no recuerdo haberme puesto uno en mi vida. Ahora, más que de Blancanieves, me pegaría de madrastrona. Eso, por edad. Por carácter, me decantaría por Mudito
Eliminarjajajajajajajaja, así me gusta, coherencia ante todo. :D
ResponderEliminarOye, que yo soy muy coherente con mis contradicciones, no te vayas a creer
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